Hemos estado unos días en Lanzarote , y allí rendimos visita a Felipe Blanco, enólogo de la bodega Los Bermejos, a quienes habíamos conocido en una feria de vinos celebrada en Madrid hace un par de años.
Queríamos aprender algo
de la cultura vitivinícola de esta isla canaria, y Felipe ha resultado ser la
persona idónea, ya que ha sido testigo del desarrollo que ha experimentado el sector en los últimos cuarenta años en estos parajes
tan singulares.
Felipe Blanco |
Y son singulares porque nos encontramos ante condicionantes geográficos tan
determinantes como los vientos alisios, la pluviometría escasa, la
cercanía a África, la influencia del océano Atlántico, y el carácter volcánico
del suelo.
Comenzamos hablando de volcanes y del pasado, concretamente de un periodo que ha marcado el devenir de esta isla;
nos referimos a las erupciones del siglo XVIII que originaron buena
parte del actual relieve de Lanzarote (y que tiene su máxima expresión en
el Parque Nacional de Timanfaya).
Tras los episodios de vulcanismo,
comenzaron a plantarse especies frutales y también la viña.
Se trajeron varias cepas: la malvasía, que llegó desde Tenerife (de donde desaparecería, teniéndose que sustituir por la malvasía de Sitges), la listán blanco (o palomino), para producir vino para destilación, negramoll, torrontés, vijariego (también llamado diego), gual, verdello, y la listán negro.
Malvasía |
La historia vinícola de la isla no es llamativa; se hacían vinos para destilación, además de para
autoconsumo o para vender a granel. Lo del vino embotellado es más
reciente, como muchas de las prácticas de bodega que hoy son
comunes. Tenemos que ir hasta la década de 1970 para ver el inicio
de la etapa moderna, y aquí ya aparece Felipe Blanco, trabajando
para la bodega Mozaga. Felipe, ingeniero técnico agrícola, llegó
aquí, desde su Tomelloso natal, gracias a su matrimonio con una lanzaroteña. En la década de 1980 trabajó en la bodega El
Grifo, la decana de las canarias y una de las más antiguas de
España. Después se fue a Tenerife, a la bodega Viña Norte. Por
entonces ya había descubierto la elaboración de maceración
carbónica, que le pareció muy adecuada para aplicar en una isla
donde los vinos estaban muy marcados, tanto por la mineralidad, como
por el exceso de azufre que se añadía para conservarlos, y el quería rescatar el
carácter frutal de esta bebida.
El viejo edificio de la finca, hoy en restauración |
Finalmente, hace apenas tres años,
recaló en Los Bermejos, una bodega que inició su etapa moderna en
2001, de la mano de sus actuales propietarios. Los Bermejos es una
antigua finca de 25 hectáreas (grande para lo que se estila por
estos parajes), de donde salen 14 tipos de vino: de la malvasía
surgen un seco, un semidulce, un dulce natural y un seco fermentado
en barrica; se hace también un brut nature y un malvasía ecológico
(que probaremos y colgaremos en el blog): de la uva diego (vigiriego)
se elaboran dos vinos, uno de ellos de agricultura ecológica (que
también reseñaremos). Con la listán negro se hace un rosado y
otro ecológico (mismo caso), el maceración carbónica (que era el vino que conocíamos), un tinto barrica, un espumoso rosado, y un moscatel de vendimia tardía.
Abrigos rocosos, en los alrededores |
Le preguntamos a Felipe por la
singularidad del cultivo en Lanzarote. Lo que más llama la atención
al novato es la disposición de las cepas, en abrigos rocosos que
defienden de los vientos a las plantas; lo hacen tanto de la
desecación, como de la agresión mecánica que los fuertes vientos
provocan en la planta.
Las cepas de por aquí tienen raíces muy
profundas y han aprendido a autorregularse. Y es que llueve muy
poco. Afortunadamente los volcanes ayudaron. El suelo está
recubierto de una arena negra y gruesa, denominada picón, fruto de
erupciones pasadas, localizado en abundancia en el Valle de La Geria, que tiene un efecto de protección fundamental,
al ayudar a mantener la humedad, ya sea fijando la
del rocío matinal, o bien evitando la evaporación de las escasas
lluvias.
Finalizamos, dentro de la bodega, charlando
sobre algunas de las prácticas que buscan cuidar al máximo la
integridad de la uva, como el enfriamiento de los racimos, una vez llegados del campo,
para evitar
oxidaciones, la utilización de la caída natural de los racimos y mosto, para evitar el bombeo, o los prensados suaves para eliminar los aromas desagradables.
Agradecemos a Felipe su tiempo y amabilidad.
¡Salud!
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