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miércoles, 4 de noviembre de 2015

CAUZÓN POR RAMÓN SAAVEDRA.

Estuvimos con Luis Toro, alma mater de Naturalvino, junto a Ramón Saavedra, propietario de la bodega Cauzón, que presentaba sus vinos en la vinoteca Vinarte (El Puerto de Santa María, Cádiz).
La bodega de Ramón está ubicada en el pueblo granadino de Graena, al norte de Sierra Nevada. Se trata de un lugar con altitud elevada (tiene cepas a más de 1.000 metros), de clima riguroso, muy seco, semidesértico, con una oscilación térmica, tanto anual, como diaria muy acusada. Además, los suelos son muy pobres, con mucha arena. Estos condicionantes otorgan una acusada personalidad a sus vinos, a lo que habría que sumar el propio bagaje de nuestro protagonista. Ramón, de pequeño, vivió la emigración a Cataluña de tantos andaluces. Su padre, agricultor, fue a probar fortuna en la construcción gerundense, si bien no le gustó eso de “trabajar con reloj”, y se volvió. 
El caso es que Ramón volvió a Palamós y allí se puso a trabajar en la hostelería, acabando de cocinero, de buen cocinero (nos lo cuenta con cierto asomo de orgullo). Hasta que llegó su hora. Decidió volver a sus raíces y comenzó con la hectárea de su padre, que como muchos otros hacía vino a granel, hasta llegar a las 7 actuales. Su pequeña bodega resistió los años de la crisis, a diferencia de otras surgidas al calor de aquel boom económico que registró España a comienzos del siglo presente, algunas de las cuales eran buenas vías para el blanqueo de capitales. Allí elabora entre 10.000 y 14.000 botellas según la añada, para un total de 8 vinos. 

Empezamos probando el Cauzón blanco 2013, una mezcla de chardonnay, vigiriega, sauvignon blanc, y torrontés. 
Mientras probábamos, Ramón se lanzó a comentar cosas como el origen del nombre Cauzón, procedente del árabe y con varios significados, entre ellos el de tierra de arenas, que es el que eligió nuestro hombre. Son 1.500 botellas de este blanco de tono amarillo pálido, que muestra su carácter natural en todo momento (la química, nos dice Ramón, impide la expresión del terruño), en detalles como su opacidad producto de su nula filtración. Un vino fresco, en el que la acidez combina muy bien con un cuerpo medio, gracias a una untuosidad también presente.

Mozuelo 2013 es un tinto de garnacha y algo de garnacha tintorera, en el que apreciamos un carácter joven, frutal y floral, y sin embargo, también estructurado, porque acidez, tanicidad viva (de la fruta), y grasa, se encuentran en armonía. Como todos sus vinos, no recibe tratamientos artificiosos en bodega, al igual que no usa sistémicos en el campo. Por supuesto, no añade sulfitos.

Subimos un peldaño con el Pinot noir 2014. La pinot, nos cuenta Ramón, es una uva muy puñetera, de piel fina, delicada. Graena no parece el lugar idóneo para que se sienta cómoda; y ahí es donde entra el factor humano. Ramón no poda en verde, deja que la capa de hojas se desarrolla hasta hacer de sombrilla sobre los racimos. Parece funcionar, pues el vino resulta fresco y fragante, con notas a rosa, y fruta roja en sazón (fresa, frambuesa), recuerdos de huerta. Para conseguir esas características, en bodega también hay trabajo que hacer, se trata de vigilar muy de cerca la fermentación, probando el vino continuamente para que no se pase de punto. 6 meses de barrica seminueva con tostado medio-bajo, completan la elaboración. Anécdota (preocupante): se vendimió en agosto; el cambio climático parece muy presente en el mundo del vino.

Cauzón 2013 es un tempranillo con 6 meses en barrica. Un vino con cuerpo que ya pide acompañamiento sólido, si bien mantiene ese punto de acidez marca de la casa.
Terminamos con la ira de Dios, Iradei, en dos añadas: 2011 y, sorpresa, 2007 (una de las pocas botellas que quedan de este año. Coupage de tempranillo, cabernet sauvignon, merlot y garnacha procedentes de la primer parcela que Ramón plantó. Nos cuenta que las levaduras de estas viñas han aprendido a convivir, acompasándose correctamente, y ahora “se llevan bien”. Tiene una crianza de 12 meses en barrica seminueva. La añada 2011 resultó lluviosa, con un verano cálido que se nota en un punto dulzón. Estamos ante un vino poderoso que mejorará con tiempo en botella. Tiempo que ha tenido el 2007, y que apreciamos en los aromas terciarios nobles que presenta.  
Bien, volvimos a disfrutar de los vinos naturales en compañía de uno de sus grandes intérpretes españoles, Ramón Saavedra. Agradecemos a  José Carlos Serrano, de Vinarte su amabilidad y la buena organización.
¡Salud!

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